Encender el televisor a la hora de las noticias estos días supone ver como el odio se crece en un conflicto que parece no tener fin. Ver el sufrimiento de tanta gente nos hace preguntarnos el por qué de esta situación y cómo se va a poder parar. El origen del conflicto entre palestinos e israelíes viene ya de lejos y analizarlo aquí supondría toda una clase de historia. La historia la necesitaríamos para ver el origen del odio pero no para comprender las muertes de tantas personas (o tan sólo de una). No intentemos comprender lo que no tiene justificación alguna. El asesinato de seres humanos no puede justificarse nunca ya que nada da derecho a alguien a quitarle la vida al otro, ni si quiera el que ese otro sea un asesino. Decía
Gandhi que el ojo por ojo nos haría a todos ciegos. Los ataques israelíes sobre Gaza de esta semana no pueden jamás ayudar a solucionar el problema, tan solo aumentan el odio y la sed de venganza de su enemigo. Sólo con la justicia debe
lucharse contra los ataques palestinos e israelíes. Bombas y justicia son dos términos incompatibles, y donde no hay justicia no puede haber paz. Tan criminales son los que lanzan misiles contra
Israel como los que los lanzan contra Palestina y todos debería ser juzgados por tribunales internacionales independientes. ¿Para cuándo un tribunal internacional que juzgue los asesinatos en la zona? ¿Para cuándo una
ONU fuerte que sea capaz de evitar conflictos armados? Estamos ante una tragedia humana más que podría evitarse.

La tragedia de palestinos e israelíes